La ansiedad echa el freno a nuestra calidad de vida. Todos/as la hemos sentido en algún momento, el problema está cuando parece que ha venido para quedarse, y se convierte en una vivencia constante.
A continuación, algunas estrategias para empezar a reaccionar de otra manera, y reducir el tremendo desgaste emocional que supone actuar todo el día como si un peligro o amenaza te acechara.
Decirle a una pareja que comienza que su Amor no va a ser suficiente para alimentar su relación a largo plazo suele ser tan inútil como gritarle al viento. Están en pleno romance, en la cima del amor, sienten profundamente que “esta relación es diferente”, que por fin han encontrado a “esa persona” con quien sintonizan a la perfección. Todo es optimismo, buenas intenciones y mariposas en el estómago.
En 2005 una compañía estadounidense de créditos hipotecarios creó una campaña bajo el lema “Don´t Judge Too Quickly” (no juzgues tan rápido) que se hizo célebre, en parte gracias a su retransmisión durante la Superbowl de ese año, y en parte porque es fácil sentirse cómicamente reflejado/a en alguna de las situaciones que mostraba. ¿Quién no ha sido víctima de un malentendido? (“De verdad, no es lo que parece”), ¿acaso alguno/a de nosotros/as no ha sacado conclusiones precipitadas alguna vez?. Esta campaña publicitaria es un buen ejemplo de un fenómeno que aparece en todos/as nosotros/as, los sesgos cognitivos, que no son sino distorsiones a la hora de interpretar la información que tenemos disponible cuando analizamos una situación y que nos hacen coger un atajo a la hora de extraer una conclusión.
Estas distorsiones no son señales de que nuestro cerebro se esté estropeando, en realidad cumplen una función necesaria, pues somos incapaces de procesar todos los estímulos que recibimos y nuestra mente necesita filtrar el exceso de información que nos llega. El problema aparece cuando empezamos a sacar conclusiones erróneas y juicios incorrectos sobre aquello que nos sucede a diestro y siniestro, y sin pararnos a reconocer que ¡ojo, nos faltan datos!.
Cuando tomamos una decisión y sacamos una conclusión podemos hacerlo:
Cuando empleamos los sesgos cognitivos lo que hacemos es utilizar atajos para llegar a una conclusión pero sin tener toda la información, por lo que al final esta rapidez para sacar deducciones nos suele llevar a cometer errores (con mucha más frecuencia de la que imaginamos).
Reconozco que los sesgos mentales me encantan. Esta forma que tiene nuestra mente de rellenar huecos cuando la memoria nos falla, nos faltan datos o nos pueden las dudas, me resulta realmente interesante. Pero claro, luego nos montamos películas ¡y vienen los líos!, así que más nos vale saber reconocerlos. A continuación explico algunos de ellos:
<<Nos cuesta admitir errores, porque eso significa renunciar a la seguridad que esos supuestos simplicados nos proporcionan>>
Daniel Kahneman
Pistas
Idea Clave
No somos tan racionales como nos gusta pensar, aunque conociendo cómo funcionan los sesgos cognitivos nos resultará más fácil tomar decisiones más acertadas y menos basadas en prejuicios e interpretaciones ilógicas
¿Te gustaría tener una Sesión de Psicología?
Prueba la psicología Online (email, videoconferencia) fácil, cómoda y eficaz.
Ponte en contacto conmigo y te informaré sin compromiso
email. marta@psicoemocionate.com telf. (+34) 622.595.544
Aunque la inteligencia emocional se desarrolla durante toda la vida, la infancia y adolescencia son dos momentos clave. Por este motivo, y porque está sobradamente demostrado que la inteligencia emocional predice más el éxito y la satisfacción personal y profesional que la inteligencia académica o tradicional, deberíamos ponernos las pilas para mejorar el aprendizaje de las habilidades emocionales en nuestros/as jóvenes.
<<De nada sirve que la razón se adelante si el corazón se queda atrás>>
Baltasar Gracián
Nosotros/as como adultos/as sabemos muy bien cuáles son las consecuencias de no haber contado con una educación emocional adecuada. Lidiamos como podemos con nuestras emociones y tratamos de adaptarnos lo mejor posible a nuestras circunstancias de vida en una época más cambiante de lo que habríamos imaginado (y de lo que nos gustaría).
La Inteligencia Emocional, según los dos psicólogos sociales responsables de su estudio científico, Mayer y Salovey, es <<la habilidad para utilizar las emociones, para facilitar el razonamiento y los procesos de pensamiento, y a la vez, es la habilidad para pensar de forma inteligente acerca de nuestras emociones>>.
Pues bien, pensando en nuestros/as adolescentes, ¿qué beneficios pueden tener al entrenar sus habilidades emocionales?:
Hoy no te deseo nada bueno. Hoy me gustaría que sintieras rabia, impotencia, tristeza, envidia. Y te lo deseo para ver cómo te desenvuelves ante estas emociones, si las manejas fácilmente o si cuando aparecen te suponen un efecto demoledor.
Porque emociones negativas vamos a sentir queramos o no, y según cómo nos relacionemos con sus efectos desagradables va a depender en gran medida nuestra sensación de bienestar.
Así que, lo dicho, hoy no te deseo nada bueno.
Hagamos un pequeño ejercicio. Recuerda la última situación en la que sentiste que te trataban injustamente, que te estaban rechazando o riéndose de ti… intenta traer de nuevo ese momento a tu mente de la forma más real posible. Si te resulta más fácil cerrando los ojos, adelante. Recuerda la situación, a la otra persona, sus gestos, su tono de voz…, recuerda el contexto en el que estábais, si había más gente o no, el ruido, la temperatura de la habitación…, recuerda cómo te sentiste, cuáles fueron las sensaciones en tu cuerpo, qué pasó por tu cabeza, qué hiciste… Y ahora que ya has pasado esa situación y estás “en frío”, ¿crees que dijiste lo que debías o te arrepientes de tus palabras (o de tu silencio)?, ¿quizás lo que pretendías decir era correcto pero te perdieron las formas?, ¿exageraste lo que sentías?… la diferencia entre sentirse bien con uno/a mismo y con los/as demás se basa fundamentalmente en la habilidad que tengamos para gestionar nuestros pensamientos y emociones. Si esta gestión no es adecuada voy a pasarlo mal con mayor frecuencia y con mayor intensidad que si sé relacionarme con lo que pasa en mi interior de una forma más realista y equilibrada.
QUÉ IDENTIFICA A UNA PERSONA CON UNA MALA GESTIÓN EMOCIONAL
Sé que aún muchas personas se muestran sorprendidas cuando se les habla de sesiones de Psicología Online. Mi intención es que si eres una de ellas, o conoces a alguien que aún muestre reticencia a esta modalidad de atención psicológica, tratar de resolver tus posibles dudas y desconfianzas.
Hace ya tiempo que atiendo a personas a través de email y, sobre todo, por videoconferencia (Skype). Voy a centrarme en esta segunda opción, que es la más demandada, y de la que puedo decirte que en la mayoría de los casos ya en la primera sesión conseguimos tener el mismo ambiente que si estuviéramos a tan solo unos centímetros de diferencia. En Psicología es muy importante el feeling con la persona que te atiende, esa conexión que te hace sentirte a gusto para poder expresarte y trabajar con total confianza. En ocasiones no sientes eso con tu terapeuta, pero esto es algo que puede ocurrirte tanto en una sesión presencial como en una online (mi consejo por cierto respecto a esto es que no abandones la oportunidad de lograr tu objetivo por no sentir esa conexión con ese/a profesional en concreto, sino que busques a otra persona que te genere confianza).
Lo que sí ayuda muchísimo a que te sientas cómodo/a es que la persona que tienes delante sea profesional, disfrute con su trabajo y se sienta a gusto con esta modalidad de terapia. Si esto es así, que haya un ordenador (tablet, móvil) por medio en vez de una mesa no supone ningún obstáculo.
No nos gustan las prohibiciones, decimos que nos sale el lado rebelde y nos resistimos a que nos pongan límites. Pero, ¿y si algunas tuvieran sentido?.
¿Y si la prohibición naciera de una elección que decides hacer libremente y con todas las consecuencias?. ¿Y si fuera un veto que sólo buscara tu bienestar físico, mental y emocional?. ¿Y si estuviéramos hablando de una limitación al miedo, de atar corto al dolor, de reducir el campo de acción de la ansiedad, de evitarle más sufrimiento a un corazón roto…?.
¿Y si tomamos como punto de partida el poema de A. Cuervo y después lo adaptamos a nosotros/as?…
Imagina que vas andando y de repente notas que tus pies empiezan a quedar atrapados, impidiéndote avanzar. ¿Cómo crees que reaccionarías?. La mayoría de las personas cuando nos encontramos en medio de algo que no deseamos solemos luchar para escapar de ahí lo antes posible, por lo que es de esperar que tratases de correr y gritaras pidiendo ayuda. Esto, que muchas veces puede resultar eficaz, en las arenas pantanosas se convierte en una muy mala idea. Para correr tienes que levantar un pie, adelantarlo y luego levantar el otro. Pero cuando levantas un pie haces caer todo el peso de tu cuerpo sobre el otro, lo que aumenta automáticamente la presión hacia abajo y notas cómo te hundes con mayor profundidad. Entonces entras en pánico e intentas repetir este proceso con mayor rapidez, lo que acelera que te hundas.
¿Qué podrías hacer entonces para salvarte?. En esta situación la única salida que tienes es dejar de luchar, tumbarte boca arriba y permanecer en las arenas hasta conseguir lentamente ir acercando tu cuerpo a la orilla.
Si lo comparamos con nuestra vida, podemos encontrarnos inmensidad de veces atrapados/as en un pantano. Piensa por un momento en algún malestar psicológico que estés teniendo: ¿desde cuándo tienes ese problema?, ¿cuántos intentos por solucionarlo has hecho?, ¿has conseguido mejorarlo o notas como si ninguna de tus estrategias hubiera funcionado?. Quizás has luchado con uñas y dientes, has tratado de correr y saltar fuera del pantano, has gritado pidiendo ayuda… pero sigues atrapado/a, hundiéndote y cada vez te quedan menos fuerzas. Te preguntas por qué no logras superarlo, por qué tiene que ser tan difícil, por qué contigo aquella terapia no funcionó, por qué es tan injusto, por qué no puedes vivir como los/as demás… y así tu dolor emocional crece y las arenas del sufrimiento te mantienen atrapado/a.