La ansiedad echa el freno a nuestra calidad de vida. Todos/as la hemos sentido en algún momento, el problema está cuando parece que ha venido para quedarse, y se convierte en una vivencia constante.
A continuación, algunas estrategias para empezar a reaccionar de otra manera, y reducir el tremendo desgaste emocional que supone actuar todo el día como si un peligro o amenaza te acechara.
1. No huyas: la paradoja de la ansiedad es que cuanto más tratas de eliminarla más se intensifica. Sé consciente de cuándo aparece pero no trates de ignorarla. Es molesta, desagradable y muy incómoda, pero no es peligrosa así que déjala estar. Cuando no intentas ignorarla o negarla y simplemente aceptas que está ahí (aunque lógicamente no te gusta) es cuando comienzas a tomar el control sobre ella.
2. Toma distancia: lo primero es ponerle un nombre a tu ansiedad, y si puede ser algo ridículo mejor. Ésta es una forma de empezar a marcar distancia entre ella y tú. Normalmente cuando aparece la ansiedad lo primero que piensas es algo como “Ya está aquí”, con una alta carga de miedo e impotencia. A partir de ahora empieza a hablarle directamente y en otros términos: “¿Ya estás aquí, petarda?. No pienso echarte cuenta ahora, me da igual que aparezcas con todos tus síntomas, eres muy cansina y ahora no me da la gana de escucharte. Así que haz lo que quieras, ya te cansarás. ¡Petarda!”.
3. D…e…s…p…a…c…i…o: reduce el ritmo con el que haces las cosas, con el que caminas, comes o haces las tareas. Abandona el hábito de hacer varias cosas a la vez y desengáñate: con eso lo único que consigues es hacer subir el nivel de angustia de todas las actividades que se te ponen por delante, aunque no sean importantes. ¿No crees que es mejor dejarte algo por el camino que ir a comprar el pan con la sensación de que se te va a salir el corazón o meterle prisa a tu hijo para que desayune más rápido?.
4. Encuentra un punto medio entre callar lo que sientes y abrir la caja de los truenos: no se trata ni de reprimir emociones ni de dejarlas salir “a lo bruto”. Puede ser incluso que actualmente estés pasando de un extremo al otro, aguantas y callas y de repente explotas en llanto incontrolado o en ataques de furia hacia los/as demás. Realiza actividades que te ayuden a reducir la actividad de tu sistema nervioso (caminar, nadar, yoga, meditación…), de esta forma calmarás tu cuerpo y tranquilizarás a tu mente (y no me vale que me digas que ese tipo de ejercicios no eres capaz de hacerlos, porque entonces no estás hablando tú sino la petarda)
5. No busques la felicidad plena: y me refiero a esa felicidad enlatada que nos han vendido en la que tienes que sentirte siempre bien. Si compras esa idea estarás constantemente huyendo de cada sentimiento desagradable que aparezca. Eres capaz de vivir feliz y a la vez sentirte en ocasiones molesto/a, frustrado/a, incomprendido/a, decepcionado/a. La felicidad auténtica es tener una sensación global de que tu vida te gusta a pensar de que haya momentos en los que no te sientas bien. Aprende a tolerar todas tus emociones y vivirás plenamente.
6. Las comparaciones son odiosas: la vida de los/as demás no es ni tan tranquila ni tan ideal como tú la estás imaginando. Que la gente no suela ir contando por ahí sus penas no quiere decir que no las tengan. De hecho, muchas personas con ansiedad tratan por todos los medios de fingir en su entorno que están bien (ante compañeros de trabajo, amistades…), ¿o acaso no es algo que tú mismo/a has intentado?.
7. ¡Arriésgate!: en la vida hay que participar, y esto implica equivocarse y acertar, perder y ganar. No puedes esperar a estar 100% seguro/a de lo que va a pasar para actuar. Sopesa pros y contras, échate al miedo a la espalda y luego, ¡lánzate! (y de vez en cuando, ni eso, ¡improvisa!). “¿Y si te equivocas?”, dice la petarda. “Si me equivoco estaré VIVIENDO. Además, ¿y si resulta que acierto?”, le dices tú.
En este punto, te voy a contar un cuento 😉
<<Había una vez una anciana sabia a la que la gente del lugar acudía a contarle sus problemas y a pedirle consejo. Un hombre del pueblo tenía una yegua; un día se le escapó y fue llorando a la anciana a contarle lo que le había pasado:
–¡Mira qué desgracia me ha ocurrido, mi yegua se ha escapado!.
–¿Y eso es bueno o malo? –respondió la anciana.
El hombre de la yegua no entendía nada y pensó: “esta sabia es un poco rara; pues claro que es malo, qué pregunta más absurda”.
Al cabo de las pocas semanas la yegua apareció. Y lo hizo acompañada de un robusto semental salvaje de pura sangre y además se encontraba preñada. El dueño de la yegua se puso muy contento, ahora tenía tres caballos en vez de uno, así que fue corriendo a contarle sus alegrías a la anciana:
–¿Te acuerdas de mi yegua? ¡pues ha regresado! Y además está preñada y ha vuelto en compañía de un caballo formidable.
–¿Y eso es bueno o malo?– volvió a responder la anciana.
Ahora sí que el hombre de la yegua no entendía nada de nada, estaba empezando a pensar que la anciana no era tan sabia como la gente pensaba. Estaba claro que era una noticia estupenda y así se lo hizo saber mientras la anciana le miraba en silencio.
Al cabo del tiempo el potro nació. El hijo del dueño de los caballos se hizo inseparable del potrillo y le gustaba mucho montar en su lomo. Hasta que un día el chico se cayó del caballo y se rompió una pierna. Entonces el dueño de los caballos decidió volver a visitar a la anciana para contarle de nuevo sus desventuras.
–¡No sabes qué tragedia ha ocurrido! ¿Te acuerdas de la yegua que se escapó y regresó preñada? Pues a mi hijo le gustaba mucho montar en el potrillo y ahora se ha caído y se ha roto la pierna. Estoy empezando a pensar que tal vez hubiera sido mejor que la yegua no regresara nunca.
La anciana le miró sonriendo con un brillo algo burlón en los ojos y volvió a repetir:
–¿Y crees que eso es bueno o malo?
El hombre se fue algo enfadado no sabiendo qué pensar, creía que esa respuesta era absurda y que la anciana tal vez fuera un poco tonta, porque ¡¿qué podía tener de bueno que su hijo se hubiera caído?!.
Al poco tiempo se declaró una guerra contra el país vecino y vinieron por todos los pueblos reclutando hombres y chicos. Sin embargo, el hijo del dueño del caballo pudo librarse del reclutamiento y de ir a la guerra gracias a que estaba herido y tenía la pierna rota por lo que no sería de ayuda en el frente de batalla. Cuando se disponía a ir de nuevo a consultar a la sabia, se paró a meditar y pudo apreciar qué razón tenía ésta al preguntar siempre si lo que sucedía era bueno o malo>>
8. Búscate un/a amante: ¡Y si encuentras más de uno mejor!. Que tu amante sea algo o alguien que le dé sentido a tu vida. Puede ser tu pareja o ese hobby que hace tanto tiempo que no practicas. O quizás participar en política, escribir o apuntarte a un curso de buceo. Lo importante es que tu amante “te ponga”, que te apasione y que ocupe tus pensamientos (todo el tiempo que le dedicas es tiempo que le robas a la ansiedad). Y no olvides que el amante perfecto no existe, así que me repito ¡si encuentras más de uno, mejor!
9. Actúa como si estuvieras bien: puedes ser parte del problema o de la solución. La gran trampa de la ansiedad es que nos hace esperar a estar bien para hacer cosas, cuando en realidad tenemos que hacer cosas para estar bien.
Pistas
- La psicología cognitiva conductual ofrece numerosas técnicas, de eficacia probada, para superar la ansiedad sin necesidad de recurrir a fármacos y medicamentos.
- Es posible darle la patada a la ansiedad y hacer que desaparezca, aunque en ocasiones puede resultar realmente difícil. Si solo/a no lo consigues acude a un/a psicólogo/a que pueda ofrecerte las herramientas adecuadas.
- No te sientas culpable ni avergonzado/a por sentir ansiedad, tú no has elegido sentirte así
Idea clave
Tu forma de pensar y de actuar puede transformar radicalmente tu experiencia ante la ansiedad.
¿Te gustaría tener una Sesión de Psicología?
Prueba la psicología Online (email, videoconferencia) fácil, cómoda y eficaz.
Ponte en contacto conmigo y te informaré sin compromiso
email. marta@psicoemocionate.com telf. (+34) 622.595.544
4 comentarios en “Ansiedad: 9 Claves para Superarla”
«Porque entonces no estás hablando tú sino la petarda» jajjajaja me ha encantado y me servirá para motivarme y dejar a un lado la petarda que hay en mí. Gracias!!!
Es que la ansiedad puede ser muuuuy petarda y muuuy cansina.
Y no le gusta que se lo digamos a la cara, así que ¡adelante! 😉
Hace mucho tiempo que me persigue este malestar ya le he puesto nombre es la maldita ansiedad.
Al principio no sabía lo que era,ahora la veo detrás de mí, persiguiendome.
Pero creo que estoy aprendiendi a torearla.
Cualquier ayuda me viene bien.
? ? ? ?
¡Ésa es la cuestión!, dejar de huir de ella, plantarle cara y aprender a afrontarla hasta lograrr que se vaya. Es una compañera de viaje muy incómoda, pero es posible deshacerse de ella 😉
En el blog puedes encontrar otras entradas sobre ansiedad con algunas recomendaciones que te pueden resultar interesantes. Y si necesitas una ayudita extra puedes contactar conmigo en 622595544 o en marta@psicoemocionate.com
¡Ánimo!