En 2005 una compañía estadounidense de créditos hipotecarios creó una campaña bajo el lema “Don´t Judge Too Quickly” (no juzgues tan rápido) que se hizo célebre, en parte gracias a su retransmisión durante la Superbowl de ese año, y en parte porque es fácil sentirse cómicamente reflejado/a en alguna de las situaciones que mostraba. ¿Quién no ha sido víctima de un malentendido? (“De verdad, no es lo que parece”), ¿acaso alguno/a de nosotros/as no ha sacado conclusiones precipitadas alguna vez?. Esta campaña publicitaria es un buen ejemplo de un fenómeno que aparece en todos/as nosotros/as, los sesgos cognitivos, que no son sino distorsiones a la hora de interpretar la información que tenemos disponible cuando analizamos una situación y que nos hacen coger un atajo a la hora de extraer una conclusión.
Estas distorsiones no son señales de que nuestro cerebro se esté estropeando, en realidad cumplen una función necesaria, pues somos incapaces de procesar todos los estímulos que recibimos y nuestra mente necesita filtrar el exceso de información que nos llega. El problema aparece cuando empezamos a sacar conclusiones erróneas y juicios incorrectos sobre aquello que nos sucede a diestro y siniestro, y sin pararnos a reconocer que ¡ojo, nos faltan datos!.
Cuando tomamos una decisión y sacamos una conclusión podemos hacerlo:
- Con una total seguridad y certeza (tenemos toda la información posible y está contrastada)
- Bajo una ignorancia pasmosa (en este caso no tenemos ningún tipo de información)
- Con cierto nivel de riesgo, que es cuando sólo tenemos parte de la información (sabemos algunos datos pero nos faltan otros)
Cuando empleamos los sesgos cognitivos lo que hacemos es utilizar atajos para llegar a una conclusión pero sin tener toda la información, por lo que al final esta rapidez para sacar deducciones nos suele llevar a cometer errores (con mucha más frecuencia de la que imaginamos).
Reconozco que los sesgos mentales me encantan. Esta forma que tiene nuestra mente de rellenar huecos cuando la memoria nos falla, nos faltan datos o nos pueden las dudas, me resulta realmente interesante. Pero claro, luego nos montamos películas ¡y vienen los líos!, así que más nos vale saber reconocerlos. A continuación explico algunos de ellos:
- Efecto Halo: se produce cuando de una única característica de una persona o de un objeto nos formamos una opinión global. Por ejemplo, cuando vemos un rasgo positivo o que nos resulta atractivo y tendemos a pensar que el resto de cualidades también nos van a resultar atrayentes (Pilar me ha presentado a su amigo Óscar. Es bastante mono, sonríe mucho y ha hecho un par de comentarios muy ingeniosos y divertidos… ¡Me parece un encanto!, del tipo que a mí me gustan: inteligente, amable, se ve que es transparente y que no oculta nada, divertido pero “con la cabeza en su sitio”, ¡estoy deseando que quedemos otra vez!… ¿No me dirás que no te resulta familiar?). La publicidad, que nos conoce muy bien, suele utilizar este efecto para promocionar un producto haciendo que lo patrocine una persona famosa y que resulta atractiva por su belleza o simpatía (y sí, ¡picamos!)
- Sesgo de Disponibilidad: es nuestra tendencia a valorar la probabilidad de que algo suceda en base a situaciones recientes que hemos vivido o conocido o influenciados/as por el impacto de un suceso. Por ejemplo, seguro que recordamos el accidente de avión de 2015 cuando un avión de la compañía Germanwings se estrelló en los Alpes. La catástrofe tuvo una amplia repercusión en los medios avivada en gran parte porque la investigación del suceso comenzó a revelar la posible implicación del piloto en el accidente. Esto hizo que inmediatamente se empezara a cuestionar la seguridad de este medio de transporte que, a pesar de seguir siendo el más fiable, se puso en duda provocado por el impacto de la emoción y la trascendencia mediática.
- Ilusión de Control: se refiere a la ilusión que desarrollamos pensando que nuestros actos han desencadenado un efecto posterior y nos hace creen en una relación causa-efecto cuando en realidad sólo existen coincidencias. Lo que hacemos es sobrevalorar la capacidad que tenemos para controlar sucesos que en realidad están fuera de nuestras manos. Te pongo un ejemplo que puede que te haya pasado alguna vez: nos ponemos a jugar a un juego de mesa en el que hay que lazar dados y cuando deseo que me salga un número alto los tiro con fuerza y si lo que quiero es que me salga un número bajito los lanzo con muy poco impulso.
<<Nos cuesta admitir errores, porque eso significa renunciar a la seguridad que esos supuestos simplicados nos proporcionan>>
Daniel Kahneman
Pistas
- Nuestra forma de pensar está plagada de errores, puesto que los sesgos cognitivos forman parte de nosotros/as. Lo que podemos hacer para impedir que nos limiten y nos hagan tomar caminos equivocados es evitar darle a nuestra intuición un cheque en blanco para tomar decisiones. Lo mejor es permitirnos un poco de tiempo para razonar antes de extraer conclusiones precipitadas
Idea Clave
No somos tan racionales como nos gusta pensar, aunque conociendo cómo funcionan los sesgos cognitivos nos resultará más fácil tomar decisiones más acertadas y menos basadas en prejuicios e interpretaciones ilógicas
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