Actualmente es la psicoterapia de referencia, tanto por su respaldo científico como por haber demostrado su eficacia en la mayoría de trastornos psicológicos.
Se basa en la influencia mutua de pensamientos, emociones y comportamientos, y en la idea de que lo que una persona siente no depende tanto del entorno o las circunstancias como de la interpretación que hace de ellas.
Es un modelo de psicología en el que la persona se implica de forma muy activa, pues para cada caso se plantearán objetivos y ejercicios adaptados individualmente. Estas actividades se pondrán en práctica durante las sesiones, pero también entre las sesiones, permitiendo practicar los recursos y habilidades aprendidas.
Se centra en la situación presente, pero sin dejar de lado que cada persona es la suma de una serie de experiencias concretas y de aprendizajes determinados que han marcado su particular forma de entender la realidad.
El respaldado modelo cognitivo conductual se amplía y actualiza con un nuevo grupo de terapias, como Mindfulness o Atención Plena y la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Se utilizan prácticas que ayudan a las personas a mantener una actitud de apertura a todas sus experiencias, ya sean éstas placenteras o desagradables, en el momento en que suceden. Se aprende que es posible relacionarse con lo que se siente de una forma diferente, en cualquier situación.
Se apuesta por desarrollar habilidades que permitan a las personas vivir el momento presente, de una forma activa y valiente. Las técnicas y métodos empleados ayudan a las personas a relacionarse mejor con aquello que les produce dolor o malestar, y les facilita que puedan crear una vida coherente con aquello que realmente es importante para ellas.
Las emociones aportan mucha información sobre lo que está pasando. Aparecen en el presente, pero están influenciadas por el pasado e influyen sobre el futuro. Las personas que interpretan inteligentemente lo que sus emociones les cuentan sienten que dirigen con eficacia su vida.
A través de diferentes ejercicios, pautas y técnicas se aprende a no convertir lo que se siente en una carga, a expresarlo con una intensidad moderada y de forma apropiada, y a tener la oportunidad de elegir cómo se quiere responder ante los diferentes estados de ánimo.
Al aprender a reconocer, aceptar y gestionar eficazmente todas las emociones, logrando que convivan con armonía, las personas conservan y potencian su bienestar psicológico.