Imagina que vas andando y de repente notas que tus pies empiezan a quedar atrapados, impidiéndote avanzar. ¿Cómo crees que reaccionarías?. La mayoría de las personas cuando nos encontramos en medio de algo que no deseamos solemos luchar para escapar de ahí lo antes posible, por lo que es de esperar que tratases de correr y gritaras pidiendo ayuda. Esto, que muchas veces puede resultar eficaz, en las arenas pantanosas se convierte en una muy mala idea. Para correr tienes que levantar un pie, adelantarlo y luego levantar el otro. Pero cuando levantas un pie haces caer todo el peso de tu cuerpo sobre el otro, lo que aumenta automáticamente la presión hacia abajo y notas cómo te hundes con mayor profundidad. Entonces entras en pánico e intentas repetir este proceso con mayor rapidez, lo que acelera que te hundas.
¿Qué podrías hacer entonces para salvarte?. En esta situación la única salida que tienes es dejar de luchar, tumbarte boca arriba y permanecer en las arenas hasta conseguir lentamente ir acercando tu cuerpo a la orilla.
Si lo comparamos con nuestra vida, podemos encontrarnos inmensidad de veces atrapados/as en un pantano. Piensa por un momento en algún malestar psicológico que estés teniendo: ¿desde cuándo tienes ese problema?, ¿cuántos intentos por solucionarlo has hecho?, ¿has conseguido mejorarlo o notas como si ninguna de tus estrategias hubiera funcionado?. Quizás has luchado con uñas y dientes, has tratado de correr y saltar fuera del pantano, has gritado pidiendo ayuda… pero sigues atrapado/a, hundiéndote y cada vez te quedan menos fuerzas. Te preguntas por qué no logras superarlo, por qué tiene que ser tan difícil, por qué contigo aquella terapia no funcionó, por qué es tan injusto, por qué no puedes vivir como los/as demás… y así tu dolor emocional crece y las arenas del sufrimiento te mantienen atrapado/a.
Te propongo que te plantees una nueva alternativa. Acepta tu dolor. No como renuncia o derrota, sino como estrategia activa para hacer desaparecer el sufrimiento. Plantear dejar de luchar para escapar de esa situación que no deseas parece que va en contra de toda lógica, pero ¿acaso ha funcionado lo que has hecho hasta ahora?. Y aún más, ¿cuántas veces has dejado el resto de tu vida en stand by a la espera de solucionar aquello que te produce malestar?. ¿No sería estupendo poder continuar con tu vida aunque el problema no se haya resuelto todavía?. ¿Qué posibilidades puedes tener si no te dejas atrapar más por tus emociones y pensamientos dolorosos?.
Entendiendo aceptar no como resignarse sino como “estar dispuesto/a a”, te propongo un ejercicio desarrollado por Steven C. Hayes, el principal investigador e impulsor de la Terapia de Aceptación y Compromiso, que forma parte de las llamadas terapias psicológicas de tercera generación:
<< ¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque cuando estoy luchando contra mis vivencias dolorosas la lucha parece que las hace aún más dolorosas.
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque cuando intento cerrarme a las partes dolorosas de mi pasado también me cierro a las cosas útiles que he aprendido de mi pasado.
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque mi experiencia me dice que “no estar dispuesto/a” no funciona.
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque sentir dolor es un proceso humano normal.
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque sé muy bien cómo funciona mi dolor cuando “no estoy dispuesto/a” y ya estoy harto/a de eso.
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque ya he sufrido bastante.
Ahora es tu turno. Piensa en tres o cuatro respuestas, y si notas alguna resistencia simplemente permítete sentirla y continúa con el ejercicio:
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque ……………………….
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque ……………………….
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque ……………………….
¿Por qué estar dispuesto/a?: Porque ………………………. >>
Pistas
- Cuando aceptas creas un espacio para lo que está sucediendo sin tratar de cambiarlo. Te permite además reaccionar de una forma más consciente y hábil y menos visceral.
- Al aceptar se observan las emociones y sensaciones desagradables como parte de la experiencia humana, no como algo espantoso de lo que hay que huir rápidamente y sin elección.
Idea clave
Las vivencias negativas que experimentamos todos/as sin excepción no tienen por qué convertirse en sufrimiento ni en algo patológico. Vivir no es una enfermedad ni una lucha ni un estado constante de padecimiento y angustia.
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