No nos gustan las prohibiciones, decimos que nos sale el lado rebelde y nos resistimos a que nos pongan límites. Pero, ¿y si algunas tuvieran sentido?.
¿Y si la prohibición naciera de una elección que decides hacer libremente y con todas las consecuencias?. ¿Y si fuera un veto que sólo buscara tu bienestar físico, mental y emocional?. ¿Y si estuviéramos hablando de una limitación al miedo, de atar corto al dolor, de reducir el campo de acción de la ansiedad, de evitarle más sufrimiento a un corazón roto…?.
¿Y si tomamos como punto de partida el poema de A. Cuervo y después lo adaptamos a nosotros/as?…