La Felicidad es un estado subjetivo, es decir, personal y particular de cada persona. Esto significa que lo que piensas sobre ti mismo/a, sobre otras personas, sobre el mundo y sobre tu vida en general influye más en tu sensación de ser feliz/infeliz que las circunstancias particulares, objetivas y reales de tu vida.
<<La mente es muy suya, y por sí sola puede convertir el cielo en un infierno y el infierno en el cielo>> John Milton
Nuestras circunstancias fluctúan constantemente, y además muchas de ellas no las podemos controlar y a veces ni siquiera prever (el humor de nuestro jefe, el reventón de la rueda del coche, la visita de unos amigos, que nos toquen 50€ en el cupón de la semana, que nuestra sobrina pequeña tire nuestro móvil al suelo y le rompa la pantalla, que nos paguen un atraso que ya dábamos por perdido…), pero lo que no deberíamos es permitir que nuestra sensación de felicidad y nuestras emociones oscilen también continuamente como si dependieran exclusivamente de si lo que nos ocurre es bueno o malo (más o menos como si montáramos a nuestro estado de ánimo en un columpio y lo tuviéramos arriba, abajo, arriba, abajo…).
Tener mejores o peores circunstancias laborales, de salud, económicas o sentimentales no es la razón principal de nuestro estado emocional (ojo!, que no digo que no influya, sólo que si ante las mismas circunstancias una persona se lo toma a la tremenda y se hunde y otra mantiene la calma y es capaz incluso de disfrutar de otras facetas de su vida, será porque hay algo de mayor peso que contribuye, ¿no te parece?). La clave está en cómo vivimos todas esas circunstancias tan cambiantes. Es por esto que hay personas que sienten que su vida es una montaña rusa y pasan de la alegría y la tranquilidad a la tristeza y la ansiedad con rapidez y frecuencia, mientras que otras son capaces de mantener un estado emocional más equilibrado a pesar de lo que sucede a su alrededor.
En este post no quiero hacer simplemente un listado de hábitos para mejorar el estado de ánimo y ser más feliz, que de esos hay muchos. Lo que pretendo es mostrarte cómo aplicar de forma práctica y sencilla 5 de esos hábitos clave cada día, para que consigas disfrutar de más emociones agradables y ser más feliz a diario:
“No es cómo me lo había imaginado”, “Esperaba haberme sentido incómodo y ha sido todo lo contrario”, “Tendría que haber venido antes”. Comentarios de este tipo son bastante frecuentes en quienes acuden a sesiones de psicología. Aunque atrás quedó la época en la que esto se hacía a escondidas y con vergüenza, y actualmente ya no se duda de que cualquier persona puede beneficiarse de acudir a un/a psicólogo/a, todavía hoy existen numerosos mitos acerca de la profesión que impiden que algunas personas se animen a contactar con un/a psicólogo/a cuando lo necesitan.
Igual que los y las deportistas de élite confían en las estrategias de la Psicología para dar lo mejor de sí, tú también puedes hacerlo. Si en el gimnasio es ideal tener un entrenamiento personalizado para mantener el cuerpo sano y en las mejores condiciones, ¿cómo no hacer lo mismo con nuestra mente?. Al fin y al cabo, cuerpo y mente son inseparables.
Voy a plantearte 12 Razones que tu Bienestar Emocional no podrá resistir para acudir a sesiones de psicología, y de paso desmontamos algunos falsos mitos:
Es bastante común escuchar y leer frases como “Sólo quiero ser feliz”, “En busca de mi felicidad” o “La felicidad llegará cuando menos te lo esperes”. Personalmente no comparto este tipo de afirmaciones, pues considero que nos llevan a plantearnos objetivos que nos ayudan bien poco a lograr una felicidad real y duradera.
En primer lugar, porque pueden hacernos creer erróneamente que la felicidad equivale a no sentir emociones desagradables y solamente sentir sensaciones positivas y tener una vida sin problemas ni dificultades (algo bastante ingenuo), por lo que en el momento en el que sintamos algún tipo de malestar o aparezcan obstáculos en nuestro día a día nuestra conclusión será que no somos felices.
En segundo lugar, pensar que la felicidad hay que buscarla nos deja un mensaje de pasividad, como si ser feliz no dependiera de nosotros/as. Esto implica que no podemos hacer nada para ser más felices, puesto que un día algo o alguien aparecerá y entonces serás realmente dichoso/a. Sin embargo, la felicidad es algo que podemos construir no algo que tengamos que buscar, lo que significa que en gran parte depende de nosotros/as, y esto nos convierte en protagonistas no en simples espectadores/as.
Deseamos ser felices. Queremos sentirnos bien. Y cuanto más tiempo mejor. Aunque parto del hecho de que las emociones “negativas” son necesarias (no me gusta demasiado esta denominación, puesto que cada una cumple una función indispensable para nuestra supervivencia y, por qué no, también para nuestro equilibrio emocional y nuestro bienestar), y no hay que tratar de ignorarlas o rechazarlas sino aprender a gestionarlas adecuadamente, es cierto que hay acciones que pueden favorecer ciertas emociones “positivas” y esto, además, tiene una explicación neurológica.
La forma de potenciar nuestro bienestar emocional está relacionada con la química cerebral, y de alguna forma podemos intervenir en la ecuación y participar de forma activa en el laboratorio de nuestra felicidad. La clave, dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina.
La dopamina está relacionada con los mecanismos que nos motivan y nos impulsan a actuar, y la serotonina se asocia con el estado anímico.
La dopamina regula la motivación y hace que una persona persevere en lograr un objetivo. Recientes investigaciones de un grupo de expertos/as de la Universitat Jaume I de Castellón han demostrado que la dopamina “es el neurotransmisor que nos mueve a actuar, se libera para conseguir algo, ya sea evitar un mal o alcanzar un bien”. La dopamina es quien consigue que una persona sea constante y tenaz para alcanzar una meta, y que esté más motivada para actuar. Por eso, en los casos en los que los niveles de dopamina están por debajo de lo esperable, como en el caso de una depresión, a las personas les cuesta motivarse y cualquier esfuerzo les supone un auténtico sacrificio.
Entrenar es cualquier preparación o adiestramiento con el propósito de mejorar el rendimiento para un objetivo concreto. Si habláramos de deporte diríamos que el entrenamiento implica una preparación no sólo física, sino también técnica y psicológica para el desarrollo máximo de las capacidades de la persona deportista. Pues lo que yo te propongo es un Entrenamiento para tu Bienestar Emocional, para el desarrollo máximo de tus capacidades para sentirte bien y ser feliz… a diario.
Si asocias tu bienestar con que te pasen grandes cosas vas a tener muy pocos momentos de verdadera felicidad. Si esperas que tu bienestar dependa de que esa persona cambie y se comporte de otra manera, de que pase la situación actual o de conseguir algo que no depende al 100% de ti, te estás perdiendo muchos momentos de sentirte realmente bien, de disfrutar y de estar alegre y motivado/a.
Un preparador físico personal te daría indicaciones individualizadas acerca de qué puedes hacer (una tabla personalizada de ejercicios, un precalentamiento muscular…) y qué no (no hacer sólo ejercicios de cardio sino también de tonificación, no picar entre horas…) para conseguir tu estado físico ideal.
Pues yo, si me permites ocupar el papel de tu Entrenadora de Bienestar Emocional, y al igual que si estuvieras en un gimnasio (¡pero sin mallas ni cinta de correr!), voy a facilitarte también una tabla de ejercicios pero en nuestro caso con el objetivo de desarrollar tu capacidad de sentirte bien, sacarle músculo a tu felicidad, definir las abdominales de tu inteligencia emocional, poner en forma tu optimismo y liberar endorfinas… y todo ¡sin sudar!.