En esta entrada transcribo un artículo publicado en el periódico ABC, en el que con mucho gusto he colaborado.
<<Los expertos aconsejan ante todo prudencia, cautela y mucha comunicación con los adolescentes
Casi de un día para otro, los hijos adolescentes empiezan a fijarse en los chicos y chicas del sexo opuesto, que hasta ese momento les resultaban indiferentes. Empiezan a sentir nuevas sensaciones, difíciles de manejar a su corta edad. Llegan los primeros amores y los padres presencian en ocasiones entre sobrecogidos y sorprendidos los nuevos acontecimientos en la vida de sus hijos. Primero tuvieron que aceptar que los amigos se habían convertido en la prioridad en la vida de sus hijos., pasando ellos a un segundo, incluso tercer puesto. Y cuando más o menos tenían esto asumido, son reemplazados por el novi@. Pero todo esto es normal, indica Elena Escribano, psicoterapeuta del centro de psicología Álava Reyes. «La adolescencia es una época de cambios, y el paso de la infancia a la vida adulta no siempre es fácil». A su juicio, sería bueno hacer hincapié en que el inicio de la adolescencia no sólo está marcado por cambios anatómicos y fisiológicos, sino también por un proceso psicológico, de crecimiento personal, social y emocional. «Es una etapa fundamental en el desarrollo personal que, en muchas ocasiones, está marcada por momentos de sufrimiento y desorientación», explica. Y que además, continua, «no son solo momentos difíciles para el joven. También surgen situaciones complicadas de manejar para padres y educadores, que observan esa gran transformación y se ven obligados a cambiar sus estrategias educativas. Una de ellas podría ser cuando esa pareja elegida no se corresponde con lo que nosotros habíamos soñado siempre para nuestra descendencia».
Preguntarnos por qué no nos gusta
¿Qué hacer cuando llega este momento a nuestras vidas, y la persona elegida para mantener una relación sentimental no es como los padres esperaban? Para empezar, debemos preguntarnos los motivos por los que no nos gusta la pareja de nuestro hij@, prosigue esta experta. «Sería bueno analizar si son planteamientos clasistas, económicos, personales, etcétera», enumera Escribano. «Deberíamos tener claro —prosigue la psicóloga Marta Cañeque, del gabinete de Psicología A & P—, el motivo por el que no nos gusta la pareja que ha escogido nuestro hijo/a: si es porque no coincide con la imagen que inevitablemente nos habíamos imaginado del/a que sería su novio, si no nos gusta su forma de vestir, sus estudios… o porque consideramos que es una compañía «tóxica»». En este último caso, como apunta Escribano, si la relación puede poner en riesgo real al menor se demandarían actuaciones más rotundas. «Con esto me estoy refiriendo a relaciones en las que nuestro hij@ pueda estar en riesgo de iniciarse en el mundo del alcohol, las drogas, los robos… etcétera», aclara.
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