Sin ti no soy… ¿NADA?
22 de septiembre de 2014 Escrito por Marta Cañeque Autoestima, Depresión, INdependencia Emocional, Pareja 0 comentarios en “Sin ti no soy… ¿NADA?”Seguro que conoces esta canción de Amaral, y puede que incluso, como yo misma he hecho alguna vez, la hayas tarareado. La melodía tiene bastante gancho. La cuestión es cuando dejamos a un lado la música y prestamos atención a la letra. ¿Nos sigue pareciendo atractiva?. No es que Amaral cuente algo que no nos hayan cantado, o mostrado en películas, antes mil veces. El problema está en el mensaje tan devastador que transmite (y que por desgracia muchas personas creen que es absolutamente cierto): que si no estás con la persona que deseas, si te rechazan o si te abandonan, te conviertes en NADA.
<<Sin ti niña mala,
sin ti niña triste
que abraza su almohada.
tirada en la cama
mirando la tele y no viendo nada…
sin ti no soy nada…
Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada
porque yo sin ti no soy nada>>
Por supuesto que las relaciones personales son muy importantes, y es muy agradable sentir que los demás nos valoran y que les gustamos. Pero quienes sólo se aceptan cuando otras personas les valoran creen que su valía depende de lo que los demás piensan de ellas y del comportamiento que tengan hacia ellas. Y de esta forma, cuando no cuentan con la aprobación de otras personas (a tu madre no le gusta la forma en que has decidido dar de merendar a tus hijos y te cuestiona una y otra vez), cuando las critican (tu supervisor te ha hecho repetir el informe porque considera que ha quedado flojo) o las rechazan (el chico con el que quedaste la semana pasada no te ha vuelto a llamar), responden con un alto nivel de ansiedad, ira y tristeza.
Si se le da una importancia excesiva a la valoración de los demás es muy común sentir ansiedad, pues se estará buscando constantemente su aprobación, y cuando se tenga se sufrirá pensando que se puede perder (“No puedo ni imaginar que deje de quererme”). De esta forma es muy fácil que ciertas personas nos puedan manipular.
Además si siempre nos comportamos como creemos que es lo que los demás esperan de nosotros dejamos de ser auténticos y espontáneos. Incluso podemos abandonar la búsqueda de nuestras propias metas y objetivos o llegar a actuar en contra de nuestros valores personales.