La depresión es un problema tan frecuente como preocupante. La mayoría de la población o la ha sufrido en primera persona o conoce a alguien con este problema
Entre los objetivos terapéuticos para su tratamiento se encuentran mejorar el estado de ánimo y aumentar el nivel de actividades que realiza la persona. Y además, estos dos grandes bloques de objetivos están relacionados entre sí
El número de actividades que realiza la persona con depresión incide directamente en su estado de ánimo. Esto quiere decir que los días que menos cosas haga serán los días en los que se encuentre peor. Y al revés, los días que haya un mayor nivel de actividad, serán días mejores anímicamente
El problema principal es que las personas que están pasando por una depresión suelen relacionar actividad con disfrute y se niegan a hacer ciertas cosas porque piensan que “para qué” (“…si aunque vaya no voy a pasarlo bien”, “… si lo único que voy a conseguir es terminar amargando a los demás”, “… si no voy a participar en la conversación ni a aportar nada”, “… si ya no me apetece ni lo disfruto como antes”)
Es por este motivo por el que personas con un problema de depresión suelen mostrarse muy reacias cuando se les proponen planes en los que se les hace hincapié en que “lo van a pasar bien”
Suelen esperar a dejar de estar deprimidas para volver a hacer las cosas que les gustaban o probar otras nuevas. Sin embargo, los/as psicólogos/as sabemos que en un primer momento hay que centrar el tratamiento simplemente en actuar, sin que el objetivo principal sea disfrutar. Es en un segundo momento cuando se plantean objetivos para encontrar placer en las actividades realizadas
Esto parece muy sencillo pero requiere una planificación y programación muy detallada en consulta. Se analizan las conductas que previamente se llevaban a cabo de forma habitual por la persona y si quiere y es conveniente volver a realizarlas o si se pueden ir introduciendo actividades nuevas. Se seleccionan las actividades independientemente de cómo se siente la persona en estos momentos y se ordenan según el menor nivel de dificultad o poniendo en primer lugar aquellas que les parecen menos desagradables
Se establece también, el tiempo de duración de esas actividades, la frecuencia con la que se van a realizar, la cantidad de cosas que se van a hacer, si es adecuada la colaboración de personas cercanas, etc. No es un listado cualquiera de actividades, se trata de concretar de una forma muy precisa y operativa las acciones que queremos que se lleven a cabo. Todo esto se acuerda en consulta, pues el o la psicóloga cumple un papel fundamental a la hora de proporcionar orientación, apoyo y refuerzo. No se obliga en ningún momento a realizar las actividades, pero como profesionales disponemos de las herramientas necesarias para hacer ver la importancia de comprometerse en el cumplimiento de las mismas
A través de herramientas como los autorregistros la persona va ser capaz de observar claramente el esfuerzo que realiza y la consecución de objetivos, lo que en sí mismo es un potente reforzador para continuar con las metas planteadas
En algunos casos, la persona con depresión no ha dejado de realizar ciertas tareas (laborales, domésticas), empujada por un acentuado sentido de la responsabilidad. En estos casos, igualmente es necesario esa planificación de actividades, que incluyan otras tareas que no sean las que ya está realizando por obligación y responsabilidad
Me gustaría añadir que personalmente no me gusta la palabra “pacientes” en psicología (quienes me leéis habitualmente veréis que suelo utilizar la palabra “persona”, ni “paciente” ni “cliente”), y hablando de depresión evito este término especialmente. El motivo es, en parte, porque el término paciente hace pensar automáticamente en enfermedad y normalmente la enfermedad conlleva un papel pasivo por parte quien está enfermo/a y así es como lo entiende éste/a y su entorno. ¿Y eso que implica? Pues que se reducen las actividades que realiza el enfermo, se le facilita el reposo, se le intentan evitar responsabilidades… y esto precisamente es uno de los principales obstáculos en depresión. La persona no va a conseguir recuperarse si no cambia la pasividad por actividad, y esto es muy difícil, por no decir imposible, desde esa concepción pasiva de “cuidado al enfermo”
Pistas
- Es importante que la persona con depresión se dé cuenta por sí misma de que el número de actividades que realiza incide directamente en cómo se encuentra anímicamente: los días que menos actividades realiza son los días que va a encontrarse peor y viceversa, los días en que se sienta mejor serán aquellos en los que ha realizado más actividades
- Planificar actividades no es nada sencillo. Requiere reorganizar el tiempo, planificarse y esforzarse. Pero programarlas adecuadamente, en un trabajo de equipo junto al/a psicoterapeuta, y llevarlas a cabo repercute muy positivamente en el estado de ánimo
- Los/as psicólogos/as proponemos en consulta planes de planes de tratamiento individualizados que permiten conseguir los objetivos terapéuticos en cada caso, y ayudan a salvar los posibles obstáculos que aparezcan en la consecución de los mismos
Idea Clave
Estado de ánimo y nivel de actividades realizadas están íntimamente relacionados. Comenzar poniendo la atención en la acción y no en el disfrute es un paso fundamental en el tratamiento de la depresión
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