Ante situaciones que suponen una amenaza o un desafío el organismo reacciona y moviliza todos sus recursos para hacerles frente. Es la Respuesta de Estrés
Esta reacción en principio es beneficiosa, pues nos ayuda a encontrar la forma más efectiva de manejar esos peligros y retos
La cosa se complica cuando esta respuesta de estrés empieza a aparecer con DEMASIADA FRECUENCIA o INTENSIDAD, o cuando se mantiene durante MUCHO TIEMPO. Como el organismo “ha puesto toda la carne en el asador” al movilizar completamente sus recursos, estos empiezan a consumirse y deteriorarse, y es cuando empiezan a aparecer los problemas: malestar físico y emocional, reducción de la atención y la concentración, humor depresivo, sentimiento de desesperanza, dolores físicos, deterioro del rendimiento laboral o académico, etc
En función de su evolución y duración podemos hablar de diferentes Tipos de Estrés (Miller y Smith, 1997)
- Estrés Agudo: este primer tipo lo conocemos todos, es la forma más común de estrés. Aparece ante presiones y demandas del presente o del futuro cercano y no suele durar mucho tiempo, por lo que no suele provocar daños. Mientras se mantenga en dosis pequeñitas puede ser incluso estimulante (preparar una charla, lanzarse con una bici de montaña por una bajada arriesgada, acudir a una entrevista importante, una discusión con la pareja…), pero si empiezan a ser demasiadas entonces nos debilita y agota
Seguro que no te estoy contando nada que no hayas vivido antes. La buena noticia es que este estrés es fácilmente tratable
- Estrés Episódico Agudo: aquí la situación empieza a ponerse un poco fea, pues este tipo de estrés es el que surge cuando los episodios de estrés agudo se repiten con frecuencia. Es cuando aparece la sensación de estar “siempre acelerado/a” y sin embargo parece que no se consigue abarcar todo. Se acumulan responsabilidades y autoexigencias y por momentos se siente que la vida es caótica y descontrolada
Parece que se tiene mucha energía pero es una energía nerviosa, con una alta sobreactivación, ansiedad y tensión, lo que facilita que la irritabilidad se traduzca en hostilidad. Aparecen las dificultades para desconectar y relajarse y, a la larga, problemas de alimentación y descanso, sentimientos de insatisfacción, y deterioro de las relaciones personales
Un problema con este tipo de estrés es que muchas personas que lo padecen piensan que forma parte de “su forma de ser”, o que se debe a otras personas y circunstancias y tardan en ponerle remedio (es muy frecuente que cuando piden ayuda es porque físicamente se han llevado “un susto”)
- Estrés Crónico: este tipo de estrés nada tiene que ver con el primero. En éste, las presiones y amenazas se prolongan por periodos de tiempo que aparentemente no tienen fin (relaciones de pareja infelices, situaciones de desempleo de larga duración, empleos que se detestan o con condiciones miserables, pobreza, cuidadores/as de personas con enfermedades crónicas…)
Este estrés es muy peligroso. Los recursos físicos y mentales se encuentran tan desgastados que se va perdiendo la esperanza de que su situación se solucione
Pistas
- Algunas personas presentan un alto riesgo de desarrollar problemas de estrés, debido a sus circunstancias y, sobre todo, a la forma que tienen de hacer frente a las demandas y problemas estresantes
- La intervención psicológica ante el estrés consiste en enseñar estrategias de afrontamiento adecuadas para manejar con eficacia las diferentes situaciones estresantes de la vida cotidiana
- Como el estrés incluye respuestas fisiológicas, cognitivas y motoras, el tratamiento psicológico trabaja con cada una de ellas, ofreciendo recursos para reducir los síntomas y prevenir problemas futuros
Idea clave
La respuesta de estrés en principio no es dañina, al revés, es una respuesta adaptativa del organismo que nos permite afrontar amenazas y desafíos. Pero si aparece de forma muy frecuente, intensa o duradera es cuando puede provocar diferentes problemas físicos y emocionales
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