La resiliencia es la capacidad que tienen las personas de sobreponerse e incluso salir reforzadas antes las adversidades de la vida (un problema grave de salud, serias dificultades familiares, laborales o económicas, etc.).
En psicología se suele utilizar la metáfora de los juncos para explicar la resiliencia: Cuando el caudal de un río sube abundantemente, los juncos que están en ese río se doblan, sin llegar a romperse, y luego vuelven a su posición inicial cuando las aguas recuperan su nivel habitual.
¿En qué se basa entonces la resiliencia?. Pues en resistir una experiencia adversa y recuperarse de la misma. Ser capaz de encajar una situación trágica o condiciones de vida difíciles y seguir funcionando de forma natural en tu vida cotidiana. Esto no significa que no se sientan emociones negativas (dolor, tristeza, ira, impotencia o miedo) sino que se tendrá una mayor facilidad para adaptarse y recuperarse de las vivencias negativas.
Un ejemplo de una fuerte resiliencia es
el de la recientemente fallecida piloto de Fórmula 1, María Villota. En Julio de 2012 sufrió un grave accidente durante un entrenamiento y como consecuencia perdió el ojo derecho. Sólo 4 meses después del accidente, y a pesar de tener que enfrentarse también a la pérdida del gusto y el olfato y a continuos dolores de cabeza y sabiendo que nunca más podría conducir en F-1, confesaba a la prensa que “Ahora que solo tengo un ojo, quizá percibo más cosas que antes. Antes, mi vida era una contrarreloj total, era una lucha contra el crono, y ahora es cuando veo que hay que parar y medir las cosas de otra forma. Ya no son las décimas del crono, sino los pequeños momentos”. En otra entrevista explicaba que “En la competición adquirí, sin saberlo, bastantes herramientas para afrontar situaciones difíciles: la capacidad de no centrarme en la avería, sino mirar hacia delante y tener un objetivo; el humor, el optimismo, la esperanza, la resiliencia, la perseverancia… ¡Ni un camión pudo con esta cabeza tan dura!. Pero, por otra parte, no puedo continuar en el mundo de la competición como antes, y eso supone que mi día a día no tiene nada que ver. Me he reinventado completamente”.
Diferentes investigaciones (como la de Fredrickson y Tugade en 2003) han demostrado lo que María Villota expresaba con tanta claridad, que el humor y el pensamiento optimista son estrategias que utilizan las personas resilientes para afrontar las situaciones traumáticas. Esto es así porque la resiliencia incluye formas de pensar y de actuar que pueden aprenderse y potenciarse, es decir, no es algo que se tenga o no se tenga sino que es algo dinámico que puede adquirirse y mejorarse.
La Asociación Americana de Psicología (apa) enumera una serie de factores de protección que ayudan a desarrollar la resiliencia:
– Tener relaciones de apoyo, cariño y confianza que aporten seguridad, dentro y fuera de la familia
– Tener confianza en uno/a mismo/a y en las propias cualidades y fortalezas
– Saber gestionar correctamente las emociones
– Poseer habilidades de comunicación y de resolución de conflictos
– Ser capaz de hacer planes realistas y llevarlos a cabo
Algunos consejos para aumentar y fortalecer tu resiliencia:
- Mejora tus relaciones personales. Tanto con familiares, amistades como con otras personas con las que tengas confianza. Ofrece apoyo a quienes se preocupan por ti, y aprende a aceptar el suyo.
- No veas las situaciones negativas como obstáculos insalvables. Es cierto que hay acontecimientos que no puedes evitar ni controlar, pero sí puedes aprender a interpretarlos y actuar de otra forma. Acéptalas como retos que eres capaz de superar.
- El cambio es parte de la vida, acéptalo. Asumir que hay ciertas circunstancias que no puedes cambiar y que escapan a tu control es importante para ser más feliz y conseguir recuperarte antes de situaciones adversas. Céntrate en lograr aquellas cosas que sí dependen de ti
- Entrena tu visión optimista. Puedes aprender a escoger pensar de una forma más positiva sin dejar de ser realista.
Pistas
- Reflexiona sobre tu forma de afrontar situaciones difíciles para identificar tu nivel de resiliencia y las estrategias que has utilizado eficazmente en esos momentos: ¿qué situaciones te resultan más difíciles?, ¿cómo te afectan?, ¿has sido capaz de superarlas, y en tal caso, cómo?
Idea Clave
Cultivar nuestra resiliencia no significa dejar de sentir emociones negativas ante acontecimientos difíciles de nuestra vida, sino aprender y desarrollar estrategias para ser capaces de sobreponernos a ellas e incluso salir con más fortaleza.
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