¿Te ilusionaste con un objetivo y las cosas se han torcido?, ¿te viniste arriba a comienzos del año y ahora que ha pasado el verano eres consciente de cómo tus buenos propósitos se han ido derritiendo?, ¿un fracaso te está haciendo sentir culpable y frustrado/a?
A todas las personas nos da miedo fracasar y todas nos sentimos mal cuando eso ocurre (¡y vaya si ocurre!). Lo que nos puede diferenciar es la forma de plantarle cara a los reveses de la vida y la manera en que planifiquemos nuestras metas y objetivos
La finalidad de esta entrada es ayudarte a reflexionar acerca de por qué no has logrado algo que te habías propuesto, y darte algunas pistas para sacar algo bueno de ello. Porque si un fracaso sólo significa para ti pasar un mal rato y sentirte mediocre y avergonzado/a, ¡lo estás desaprovechando!
Un Fracaso puede Ayudarte a Mejorar si Sabes Utilizarlo:
1- Todo el mundo fracasa. Incluso esas personas que crees que tienen la vida solucionada y perfecta comenten errores y fracasan. Ni siquiera se salvan quienes son muy brillantes o destacan más en su área (en las competiciones deportivas profesionales todos tienen como objetivo el oro, pero medallas o copas sólo hay una). Fracasar forma parte de la vida, aceptarlo sin resignarse es la forma sana de hacerle frente
2- A nadie le gusta fracasar. No conseguir lo que te proponías puede llegar a ser muy duro, sobre todo si el objetivo era importante y las expectativas elevadas. Pero no confundas hacer con ser: un fracaso no te convierte en un/a fracasado/a. Es normal sentirse mal cuando no se consigue aquello que uno/a quería, sobre todo si le ha puesto muchas ganas y esfuerzo, pero no te quedes atascado/a en esos sentimientos. Sé amable contigo, por tratarte con dureza y castigarte no vas conseguir enmendarlo ni hacerlo mejor la próxima vez, tan sólo transmitirte inseguridad. Bastante crítica tenemos ya a veces desde fuera como para echar nosotros mismos más leña al fuego, ¿no te parece?
3- Evalúa tus objetivos. Uno de los motivos más comunes por lo que no alcanzamos aquello que pretendemos es porque no planteamos adecuadamente nuestras metas. Hazte las siguientes preguntas:
♦ ¿Te marcaste un objetivo abstracto o concreto? (por ejemplo, “Voy a tomarme con más tranquilidad el tema del trabajo” o fue más algo tipo “Voy a aprender y practicar alguna técnica de relajación que pueda utilizar antes de las reuniones con mi jefe”)
♦ ¿Para conseguir tu objetivo tenían que intervenir otras personas o circunstancias o lograrlo dependía únicamente de ti? (“Ayer salí con un chico que he conocido hace unos días y sentí que conectamos. ¡Esta vez tiene que salir bien!” o “Voy a tomármelo con calma y me voy a permitir ir descubriendo si este buen comienzo puede convertirse en algo más”)
♦ ¿Era un objetivo inalcanzable o realista? (“Quiero que todo el mundo esté encantado con la boda” o “Aunque quiera que salga todo perfecto los imprevistos existen y cada persona tiene sus propios gustos, así que voy a centrarme en disfrutar yo intensamente de cada momento”)
♦ ¿Era imposible de cuantificar o podías medir si lo estabas consiguiendo o no? (“Voy a apuntarme al gimnasio” o “Voy a reservar los lunes y miércoles de 20:00 a 21:00 para ir a natación”)
Para definir de forma correcta un objetivo deberías haber respondido afirmativamente a la segunda parte de cada pregunta. Si no es así, ahí tienes un buen punto de partida para comenzar a reelaborar objetivos con mayor probabilidad de éxito
4- Pasa revista a tus recursos y céntrate en tus fortalezas. Qué valores, cualidades, competencias… posees que pueden ayudarte (quizás la constancia, la iniciativa, una buena red de apoyo…. ) y cuáles te vendría bien desarrollar y potenciar (a lo mejor la paciencia, la habilidad de relacionarte de forma asertiva con los demás, o tal vez aprender a automotivarte…), y en este segundo caso, qué necesitas para ello o quién puede ayudarte
Pistas
- Partimos de que los errores, las decepciones y los fracasos no te gustan (pero ni a ti, ni a mi, ni al vecino del segundo). Así que cuando aparezcan no te machaques con lo que podría haber sido o con lo mal que los has hecho, actúa de forma más inteligente y ¡aprende de ello!
- Cuando te permites equivocarte esto te hace sentir más confianza y seguridad, porque es algo con lo que ya cuentas, y hace que te resulte más fácil centrarte en lo que verdaderamente importa
- Los objetivos que están bien planificados, que están basados en lo que depende de uno/a mismo/a y que suponen una motivación facilitan su consecución
Idea clave
Fracasar no es el problema. El verdadero problema es negarse a cometer errores o castigarse duramente por ellos, no aceptar que forman parte de la vida y no aprender de las equivocaciones y frustraciones cuando suceden
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