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La nariz de Pinocho

27 de septiembre de 2013 Escrito por Competencia Social, Inteligencia Emocional 0 comentarios en “La nariz de Pinocho”

Pinocho quería dejar de ser una marioneta de madera y convertirse en niño a toda costa. Cada vez que decía una mentira su nariz crecía. A lo mejor el autor de esta obra, Carlo Collodi, no iba tan desencaminado cuando se inspiró para describir al personaje. Se ha demostrado que la nariz se hincha cuando mentimos y que en estos casos la temperatura de la punta de la nariz aumenta o disminuye. Recientemente esto se ha probado en una investigación de la Universidad de Granada en la que se ha aplicado por primera vez al ámbito de la Psicología la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos.

La serie de televisión Miénteme” (Lie to me) está inspirada en parte en los trabajos de investigación del psicólogo Paul Ekman, toda una eminencia en el estudio de las expresiones y microexpresiones faciales. Siguiendo su línea de estudio podemos decir que existen tres habilidades fundamentales en relación a las emociones:

 

1ª Elegir actuar o no en la dirección que marca la emoción. Sentir una emoción es algo automático, pues no podemos evitar que aparezca. Lo que si podemos es aprender a controlar el impulso de actuar que surge con cada emoción. Por ejemplo, ante un ataque de ira puedo sentir el impulso de abofetear a la otra persona. Es posible aprender a ampliar el tiempo entre que ese impulso nace y el momento de llevar a cabo la acción, para de esta forma ser capaz de modificar nuestros comportamientos y evitar posibles consecuencias negativas no deseadas. Esto conlleva una gran dificultad, puesto que se trata de ir en contra de lo que realmente “el cuerpo nos pide” en ese momento. Ser capaces de hacerlo implica un gran control emocional.

 

2ª Elegir cómo actuar ante una emoción. La primera habilidad nos permite elegir si actuamos o no según nos marca la emoción. Con esta segunda habilidad lo que haríamos es escoger cuál sería el comportamiento concreto. En el ejemplo anterior se podría escoger darnos un momento para tomar aire y tratar de canalizar el enfado, no sobre la persona sino sobre el comportamiento que está teniendo que es lo que ha provocado nuestra ira (No es mi compañera de trabajo quien me enfurece, sino la costumbre que tiene de responder al teléfono en mi nombre).

 

3ª Detectar e interpretar correctamente las emociones de los demás. Del mismo modo que ajustaríamos la sensibilidad de un detector de humos, tendríamos que entrenar a nuestro “detector emocional” para lograr ser más sensibles a las señales que nos indican qué está sintiendo otra persona sin necesidad de que nos lo diga (su expresión facial, su mirada, sus gestos, etc).

No se trata aquí de dar pistas sobre cómo convertirnos en expertos mentirosos y embusteras sino de dejar claro que las emociones, si bien no se puede evitar su aparición, si es posible aprender a controlarlas. Es cuestión de entrenar nuestra capacidad para reconocerlas e identificarlas correctamente cuando aparecen, aumentar nuestro tiempo de reacción a fin de tener un mayor control sobre las posibles consecuencias de nuestros actos, aprender a leer sus señales en otras personas para ayudarnos a comprender cómo se sienten y poder comportarnos en consecuencia, y también ser conscientes de que esas mismas reacciones que podemos ver en los demás son las mismas que, con toda probabilidad, estamos demostrando nosotros/as.

 

Pistas

  • Las emociones aparecen en todo momento y siempre nos proporcionan información.
  • Un ejercicio para comenzar a entrenar nuestras habilidades emocionales es el siguiente. Pídele a alguien que te haga una foto mientras expresas las seis emociones básicas: tristeza, ira, alegría, miedo, asco y sorpresa. Después observa con detalle tu expresión facial: abres o cierras los ojos, cejas levantadas, labios apretados o relajados, aparece o no la sonrisa, pómulos más elevados, etc. Verás las diferencias de una expresión emocional a otra. Puedes comparar tu expresión con la de otras personas cuando están demostrando esa misma emoción (puedes pedirles que pongan cara de o simplemente observarlas de forma natural cuando aparezca esa emoción).

 

Idea clave

Un mayor control emocional nos da una mayor estabilidad emocional y nos hace menos vulnerables ante situaciones estresantes, permitiéndonos una mayor satisfacción en el gobierno de nuestra propia vida.

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