Al pensar en alguien inteligente puede ser que nos venga a la mente alguna persona con un alto cociente intelectual (CI), o que asociemos inteligencia con sacar excelentes notas o aprobar durísimos exámenes. Sin embargo, seguro que conocemos personas que, aún no destacando por su formación, cultura y conocimientos, alcanzan éxito a nivel laboral, social y personal. Y otras que, a pesar de sus altos conocimientos y formación, no terminan de lograr sus metas profesionales o muestran cierta torpeza al desenvolverse en situaciones sociales cotidianas.
Precisamente el concepto Inteligencia Emocional (IE) nació a raíz de un estudio en el ámbito de la Psicología Educativa, llevada a cabo por Salovey y Mayer en 1990, para hacer referencia a un tipo de habilidad en la gestión de las emociones que hacía que niños y niñas con un cociente intelectual no muy elevado, en comparación con otros y otras compañeras, obtuvieran resultados académicos superiores y mejores relaciones sociales.
Desde que en 1995 Goleman publicara el que fue un best-seller, “Inteligencia Emocional”, el interés sobre este concepto ha ido incrementándose, hasta el punto de que se llega a utilizar en ocasiones demasiado a la ligera y no siempre se explica de forma seria y profesional qué hay que hacer realmente con las emociones y qué procesos psicológicos son los que se deben tener en cuenta.
Basándonos en la línea de investigación original, podemos definir la IE como la habilidad que nos permite percibir y expresar correctamente nuestros estados emocionales, comprender adecuadamente el origen de esas emociones, ser capaces de controlar sus efectos negativos y aprovechar los positivos, y, además poder hacer lo mismo con el resto de personas. Total nada…
¿Y cómo traducimos esto en la práctica?:
- Percibir y expresar correctamente nuestros estados emocionales y los de los demás
A veces no somos conscientes de lo que realmente estamos sintiendo. Se trataría de tener la habilidad de identificar de forma adecuada nuestras emociones y las de los demás (puede ser que estemos sintiendo varias cosas a la vez pero que una de esas emociones destaque y tape a las demás). Implica saber “leer” esas emociones en nuestras sensaciones físicas (por ejemplo, aumento del pulso, sudoración) y en lo que estamos pensando. Y también en el lenguaje no verbal, en el tono de voz, en las expresiones faciales y en los gestos y movimientos corporales de los demás. Y además, ser capaces de expresar correctamente el resultado de esa lectura.
- Comprender adecuadamente el origen de nuestras emociones y de las ajenas
Implica ser capaces de saber qué es lo que ha originado realmente un estado de ánimo (podemos pensar que ha sido una situación concreta lo que nos ha provocado una emoción y en realidad deberse a nuestra percepción de esa situación), saber que las emociones se combinan y no siempre se siente un único estado emocional (sentir remordimiento como resultado de combinar sentimientos de culpa y pena ante algo que le has dicho a tu pareja), y saber que de una emoción se puede pasar con más o menos facilidad a otra (como cuando sentimos sorpresa ante una mala noticia, después enfado y posteriormente resignación). Comprender las emociones está muy relacionado con la empatía, que es la habilidad para ponerse en el lugar de otra persona y entender qué está sintiendo sin necesidad que nos lo diga (y sin que eso signifique que tengamos que compartir o estar de acuerdo con sus sentimientos).
- Ser capaces de controlar los efectos negativos de las emociones y aprovechar los positivos
Se trata de ser capaces de controlar nuestras emociones, poniendo en práctica diferentes estrategias para lograr suavizar las emociones negativas y sus consecuencias (para que en una situación de conflicto no lleguemos a utilizar la agresividad y sí la negociación, por ejemplo) y aumentar las positivas (como intentar potenciar las actividades relajantes y las que provoquen buen humor en una etapa de mayor estrés para tratar de compensar el desgaste generado por el aumento de ansiedad).
Pistas
- Un breve ejercicio para practicar la percepción e identificación correcta de emociones en los demás: pídele a alguien cercano que te cuente algo que le haya sucedido. Trata de reconocer sus emociones a través de sus palabras pero también de sus gestos, de la expresión de su cara, de su mirada… cuando termine exprésale cómo crees que se ha sentido y pídele que te confirme si realmente ha sido así.
Idea Clave
Entrenar habilidades de IE ayuda a resolver problemas interpersonales e intrapersonales, a sentirnos mejor con nosotros/as mismos/as y a adaptarnos mejor a nuestra realidad personal y profesional.
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