¿Te llevas un disgusto y asaltas la nevera?, ¿te has puesto mil veces a dieta y mil veces la has abandonado?, ¿tienes ataques de hambre en los que serías capaz de devorar «hasta a tu madre»?, ¿te sientes incapaz de comer despacio?
Nos hemos convertido en autómatas con la comida. No prestamos suficiente atención al tipo de alimentos que escogemos, comemos sin control, pasamos del hambre a la sensación de estar empachados/as, no mantenemos unos horarios fijos ni unos rituales serenos a la hora de comer, nos dejamos arrastrar por el impulso… en definitiva, cuando se trata de alimentarnos ponemos el piloto automático y nos desconectamos.
Aprender a comer de forma consciente, es decir, aplicar la práctica de Mindfulness en la alimentación, no sólo ayuda en la prevención y tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), también funciona con aquellas personas que comen para calmar la ansiedad, la frustración, el enfado o el aburrimiento, y para quienes mantener una dieta sana y equilibrada se vuelve misión imposible.
Te propongo un ejercicio. En este mismo momento. Levántate y ve a buscar algún alimento. Coge un trocito de una pieza de fruta pelada, algún fruto seco o prepárate una taza de té. Venga, que te espero, yo no me muevo de aquí…
¿Ya?, muy bien, empezamos. Lee tranquilamente las instrucciones que voy a darte. Después hazlas prestando atención a cada paso. Se trata de no leer y comer a la vez, pues nos interesa poner toda la atención en el alimento y en ti.
Siéntate, con una postura relajada pero erguida. Empieza a prestar atención al alimento que tienes delante. Vas a experimentarlo con todos tus sentidos, en orden, de uno en uno.
Comienza con la vista e intenta describirlo de forma objetiva. ¿Tiene un tono oscuro, claro?, si lo mueves, ¿cambia su tonalidad?, ¿es pequeño, alargado, irregular?…
Continúa con el tacto, tócalo con suavidad, con mimo, ¿su superficie es rugosa, lisa?, ¿puedes apretarlo entre los dedos?, ¿cambia su forma?…
Pasamos al siguiente sentido y huélelo, nota su aroma, ¿su olor es intenso o suave?, ¿dulzón, especiado?…
Acércatelo muy despacito a la boca. Puedes cerrar los ojos si eso te ayuda a centrarte en la experiencia. Rózalo con los labios, pero no lo muerdas… Ponlo dentro de la boca y nota su textura. Puedes darle vueltas con la lengua… Con calma, no tienes prisa. Este momento es para ti… Ahora muérdelo despacio, nota si se intensifica su sabor, las diferentes sensaciones… Y sólo ahora, empieza a masticarlo y a tragarlo…
Espera unos segundos todavía antes de abrir de nuevo los ojos. Saborea la experiencia. Disfruta de lo que un simple bocado puede ofrecerte.
Este tipo de prácticas combinadas con técnicas de respiración y relajación, ejercicios para identificar y reducir pensamientos obsesivos y distorsionados respecto a la comida y técnicas de gestión emocional nos ayudan a darnos cuenta de qué diferente es comer con el piloto automático a comer con atención plena, a aprender a identificar la sensación de saciedad, a diferenciar el hambre real del hambre emocional, a controlar los impulsos relacionados con la comida, a tolerar las emociones desagradables, eliminando la culpabilidad y el malestar, y a hacer de la comida un momento para saborear y disfrutar.
Pistas
- No dejemos que la siempre presente frase de “no tengo tiempo” te impida desactivar tu piloto automático. Si te cuesta comenzar comiendo un alimento completo con atención plena, empieza por un bocado de una comida
Idea clave
Un solo bocado puede convertirse en una experiencia única de disfrute, una oportunidad para relacionarte con la comida desde el bienestar y la calma
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2 comentarios en “Mindful Eating o Alimentación Consciente”
Tengo el mal hábito de comer deprisa y sin degustar la comida. He intentado alguna vez ser conciente del momento presente, pero el hambre me hace sucumbir a la comida. Gracias por el artículo, lo intentaré de nuevo. Un saludo
Hola Charo,
La alimentación consciente ayuda a comer más despacio, saboreando los alimentos y ayudando a controlar lo que comemos y cómo lo comemos.
Pero en ocasiones, la dificultad se encuentra en que no nos enfrentamos al Hambre Real sino al Hambre Emocional. Te explico las diferencias:
En el Hambre Real eres capaz de esperar para alimentarte, la sensación de hambre aparece de forma gradual y responde a unos horarios determinados, te alimentas de forma adecuada, puedes controlar las cantidades y el momento en el que comes, saboreas los alimentos y los disfrutas, no te sientes culpable por tu forma de comer ni por las cantidades y al terminar te sientes agradablemente satisfecha
Sin embargo, en el Hambre Emocional la sensación de hambre aparece de forma repentina y sientes que no puedes posponerla, sueles comer alimentos muy calóricos pero con pocos nutrientes, comes a cualquier hora y sientes que lo haces sin control, tu estado de ánimo influye en tu forma de comer y en los alimentos que escoges, no saboreas los alimentos ni disfrutas sus sabores y texturas, frecuentemente te sientes culpable al terminar y con una desagradable sensación de malestar y empacho
Si te sientes identificada seguramente es porque comes empujada por las emociones. En estos casos es importante identificar qué está causando que se utilice inadecuadamente la comida y aprender otras estrategias más adecuadas para regular las emociones, a la vez que se siguen pautas nutricionales saludables
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Un saludo!