No sé si recordarás un anuncio belga, que tiene ya algunos años, de un padre con su hijo en el supermercado, pero nos va a servir para ilustrar la siguiente entrada. No lo vamos a utilizar para tratar con humor el importante tema de la planificación familiar, sino para tratar de encontrar algunos remedios ante los tan temidos berrinches infantiles.
Si tienes algún/a peque seguro que la escena te resulta familiar. Y si no los tienes no te costará trabajo meterte en la piel de ese padre. Creo que estaríamos de acuerdo en decir que podría sentir una mezcla de vergüenza, ira e impotencia al ser co-protagonisa del espectáculo que está formando su retoño en el pasillo del supermercado. No sabemos si lo peor para ese padre son los gritos insoportables de su hijo, el pensar que va a tener que recoger todo lo que está tirando, sentir que no tiene ninguna autoridad o aguantar las miradas del resto de compradores y clientas y que parecen decirle cosas como “Menudo padre está hecho, qué incompetente”, “Qué niño más insoportable, ¡que lo haga callar YA!”, “Vaya educación le estará dando”. Y, como normalmente nos puede ese sentimiento del qué dirán, la escena tiene muchas probabilidades de terminar dando el padre la bolsa de golosinas al niño y saliendo lo antes posible del supermercado.
Y el caso es que la situación en principio es positiva. Y no por el hecho de disfrutar de una pataleta digna de las mejores rabietas, sino porque es señal de que este niño está expresando que está enfadado y aprender a expresar nuestras emociones, negativas y positivas, es fundamental para un adecuado desarrollo de la Inteligencia Emocional. El problema es que ese enfado se ha ido de las manos.
Como adultos deberíamos ser conscientes de la importancia de una adecuada gestión de nuestras emociones y de los inconvenientes que podemos sufrir si dejamos que éstas nos dominen (imaginemos las consecuencias de dejarnos llevar por nuestra ira y decidirnos “despacharnos” a gusto con nuestro jefe…). Para ser capaces de tener control emocional es necesario haber desarrollado una serie de capacidades:
- Identificar la emoción: ser capaz de reconocerla en la activación fisiológica (pulso, sudoración, tensión muscular…) y en el lenguaje no verbal (gestos, mirada, expresión facial…).
- Comprender el origen de dicha emoción: a qué se debe, qué es lo que ha provocado que aparezca. Y no tiene por qué haberla causado una situación, sino la interpretación que hemos hecho de esa situación.
- Controlar los efectos negativos de la emoción: intentando suavizar las consecuencias negativas.
Aclarado esto, y teniendo en cuenta que niñas y niños hacen lo que ven y que sus adultos cercanos ejercen de modelo de conducta constantemente, el padre del anuncio podría haber pensado “¡Bravo!, tengo una oportunidad fantástica para enseñar a mi hijo a gestionar sus emociones” (bueno, quizás no con estas palabras). Pero si piensa “Ya lo haré otro día, hoy estoy muy cansado como para aguantar esto”, “Primero salgamos del súper y después le explico tranquilamente que esto no puede ser” habrá desaprovechado la ocasión. Estos momentos, aunque son muy desagradables (¡nadie lo niega!), son una buena oportunidad para enseñar a tu hijo/a con tu comportamiento a buscar alternativas a la ira que siente.
En el caso del berrinche utilizar la técnica del Disco Rayado con los niños y niñas resulta bastante efectivo. Esfuérzate por mantener la calma, trata de ignorar a las personas que te miran con reproche, dirígete a tu hijo/a con todo el cariño que seas capaz de demostrar en ese momento y repítele todas las veces que sea necesario “Lo siento peque, esto No es negociable”…. Muy bien, felicítate porque quien ahora no se va a bajar del burro eres tú.
Para enseñar a tu peque a gestionar sus emociones, guíate por las 3 capacidades que he comentado antes:
- Primero enséñale a identificar su emoción, en este caso la del enfado. Puedes hacerlo señalándole aquellas señales que te están indicando que está enfado/a (ceño fruncido, labios apretados, manos apretadas…). “Cariño, veo que estás muy serio. ¿Estás enfadado, verdad?”. Tener en cuenta las situaciones que pueden hacerle enfurruñar te puede resultar muy útil: cuando quiere algo y no lo consigue, cuando las cosas no salen como quiere, cuando pierde, cuando está aburrido o cuando alguien se mete con él.
- Segundo, enséñale a comprender a qué se debe su emoción: puedes ponerte como ejemplo, para que vea que es normal sentirse así a veces. “Cuando yo me enfado por algo también me siento mal. A mí tampoco me gusta cuando pierdo jugando a las cartas con tu madre”.
- Finalmente, muéstrale cómo puede suavizar las consecuencias de esa emoción: “Comprendo que estés enfadado por no tener las golosinas pero en casa ya hay chuches, y si éstas te las comes ahora luego no tendrás hambre. Te propongo un trato: tú ahora te tranquilizas y después entre los dos vemos qué chuche te vas a comer y cuándo”.
Pistas
- Es preferible un/a niño/a que expresa su enfado que uno/a que se lo calla. Si lo expresa tienes la oportunidad de aprovechar esa ocasión para enseñarle a controlar esa emoción.
- Si practicas la técnica del Disco Rayado no cedas en ningún momento o perderá su eficacia. Con la práctica tu peque aprenderá que con que se lo digas una vez es suficiente, porque haga lo que haga no te va a hacer cambiar de opinión.
Idea Clave
Cualquier momento es bueno para educar a un/a niño/a. Incluso esos en los que lo único que quieres es que terminen cuanto antes. Relájate y convierte la educación de tu peque en algo gratificante, estás ayudándole a dar un paso más hacia el adulto equilibrado y feliz que quieres que sea.
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