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Gestionar la Ira

13 de septiembre de 2017 Escrito por Ansiedad y Estrés, Inteligencia Emocional, Profesional-mente 0 comentarios en “Gestionar la Ira”

¿Es malo enfadarse?. ¿Qué es mejor, dejar salir la rabia tal y como se siente o “tragársela”?

Hace unos días, durante unas sesiones de desarrollo profesional y habilidades directivas, me hacían la siguiente consulta sobre la dificultad de gestionar la ira:

 

<<En mi trabajo me enfado muchas veces. El cliente con el que trato cada semana es muy difícil, suele mostrarse arrogante y hostil, y antes de reunirme con él ya noto cómo me voy acelerando. El problema es que es la principal cuenta de mi empresa y no podemos permitirnos perderle. Así que me aguanto, trago, pongo mi mejor cara de póquer y cuando termino fumo como un carretero. Me siento humillado y frustrado por no poder responder como me gustaría y está empezando a pasarme factura: no duermo bien, tengo unos dolores de cabeza tremendos y últimamente noto unos dolores en el pecho que me están asustando. Y lo peor es que en el momento no tengo problema para controlar mi ira, pero horas después, incluso días, estallo en el momento más insospechado y con quien menos espero (el último pollo lo monté en el supermercado, porque a la señora que tenía delante en la cola de la caja se le rompió una bolsa de congelados y salió corriendo a por otra. Si me hubiese estampado la bolsa contra la cara no hubiera reaccionado peor, ¡Casi me la como!)>>

 

Mi respuesta fue que lo primero que hay que hacer es empezar a comprender mejor esta emoción. La ira, igual que pasa con la tristeza, la ansiedad y el miedo, es una emoción necesaria pero que tiene muy mala fama

 

La ira, en origen, es una emoción adaptativa. Cuando aparece es para indicarnos que tenemos que defendernos de un ataque, una ofensa o de algo o alguien que está poniendo en peligro algo que es importante para nosotros/as

 

Un ejemplo. Imagina que te llega el último recibo de tu compañía telefónica y te das cuenta que te han cobrado por un servicio que tú no has solicitado. Cuando llamas para reclamar, en atención al cliente te dicen que aunque no hayas solicitado el servicio éste ha generado una serie de cargos y que tienes que asumirlos. Ponte que esos cargos son tan elevados que te va a costar hacerlos frente porque además de que tienes que pagar la hipoteca, este mes te llega también el seguro del hogar y el del coche. Sientes tal enfado que pides que te pasen con una persona responsable “¡de inmediato!”. La rabia que sientes hacia esa situación injusta y el saber que tu economía corre un importante riesgo este mes hacen que te defiendas de forma enérgica y que seas capaz de trasladar cómo te sientes, con el objetivo puesto en que te ofrezcan una solución

 

Si en esta situación no sintieras ira, no defenderías tus intereses. Por lo que parece que la ira es la emoción adecuada en esta situación. Eso sí, al decir que “te defiendas de forma enérgica” no se está haciendo alusión a gritar, insultar, despreciar, culpabilizar o amenazar. Ahora ya no parece tan fácil, ¿verdad?

 

PAUTAS para MANEJAR el ENFADO y la IRA:

 

1- Entrena la Habilidad de Comportarte de forma Asertiva. Cuando sentimos que no nos están respetando aparece la frustración y el enfado. Algunas personas no responden ante una falta de respeto porque creen que no pueden hacerlo o porque temen las posibles consecuencias. Otras, no conocen una forma diferente de reaccionar que no sea atacando. En estos casos lo normal es que estas personas se muevan en los extremos pasivo-agresivo (o me callo o soy un borde). Pero ninguno de estos comportamientos a la larga compensa

Sin embargo, es posible aprender un estilo de respuesta alternativo: el asertivo. Que permite defender tus derechos al mismo tiempo que eres respetuoso/a con los derechos de la otra persona. Y digo, aprender, porque la asertividad no viene en los genes, es una habilidad que se aprende. Y nunca es tarde para adquirirla y desarrollarla

 

2- No Confundas “Controlar tu Ira” con “Reprimir lo que Sientes”. Se trata de aprender a expresarlo de forma directa, firme y respetuosa. Eres libre de enfadarte, nadie cuestiona tus emociones. Es más, puede ser que incluso tengas hasta razón, no seré yo quien te la quite. Pero la libertad de poder sentir no te libera de la responsabilidad de lo que haces con aquello que sientes. Aquí no discutimos sobre la emoción, sino sobre la forma en que expresas esa emoción, tanto si es en forma de explosión hacia fuera o hacia ti mismo/a

 

3- Presta Atención a tu Cuerpo. Las explosiones de ira no suelen aparecer de la nada. Suelen ser el resultado de ir acumulando tensión y más tensión. Tu cuerpo te va avisando de cómo se está activando (se acelera el ritmo cardiaco, empiezas a respirar con dificultad, se tensa tu espalda…), al principio te lo comenta en un tono normal, pero si le ignoras termina gritándote a ver si consigue que le hagas caso. Es mucho más fácil manejar la ira cuando actúas ante las primeras señales de alerta de tu cuerpo. Utilizar alguna técnica de relajación y, sobre todo, de respiración es muy efectivo

 

4- Tiempo Fuera. En algunos deportes es posible solicitar una pausa durante una competición. Tú también puedes utilizar esta estrategia para evitar que la ira se intensifique y poder valorar la situación con más calma. Se trata de salir de la situación en la que estás durante unos minutos (aunque sea con la excusa de ir al baño), para poder estar solo/a y recuperar la calma y el control. Si no es posible aislarse, se puede utilizar alguna distracción que te ayude a liberar la tensión

 

5- No Alimentes a la Ira. Cuando te enfadas, en tu cabeza empieza un discurso agresivo que tu cuerpo traduce como amenaza y se pone en alerta. Prepara previamente algunas frases que puedes decirte en esos momentos que sabes que te cuesta gestionar y que tengan el propósito de ayudarte a mantener la calma y el control

 

6- Si no lo consigues, Busca Ayuda Psicológica. Gestionar la ira puede resultar bastante difícil. La psicología puede enseñarte pautas para reducir la tensión y mejorar tu autocontrol, y te ofrece formas alternativas de comportarte que no te dañen a ti ni dañen tu relación con otras personas

 

Gestionar la Ira infografia psicoemocionate

 

Pistas

  • El estrés hace que nos irritemos con mucha facilidad. Es una de las razones por las que, al terminar un día complicado y agotador, “saltamos” con mayor rapidez ante cuestiones que en otros momentos apenas nos hubieran molestado. ¡Gestionar el estrés resulta fundamental para dominar la ira!

 

  • Cuando culpamos a otras personas de nuestro estado emocional renunciamos a hacernos responsables de la gestión de nuestras emociones. Y de esta forma renunciamos a actuar de forma adecuada, manejando la hostilidad y reduciendo sus efectos negativos

 

  • Quejarse y protestar ante una situación injusta es un derecho que todos/as tenemos. Hacerlo de forma que se reduzca la agresividad (interna y externa), facilitando la comunicación y la consecución de objetivos es una habilidad que puede entrenarse

 

Idea clave

Cuando la ira se experimenta con demasiada intensidad o de forma descontrolada se convierte en un problema que daña a uno/a mismo/a y a las relaciones con otras personas. No se trata de eliminarla sino de aprender a reducirla y gestionarla con eficacia

 


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