Si sueles pensar “Ojalá el día tuviese más de 24 horas”, y aunque nadie niegue que tengas muchas cosas que hacer, seguramente no te estás organizando tan bien como podrías. En palabras del exitoso empresario Ricardo Semler “Si eres capaz de enviar emails profesionales el domingo, pero no sabes organizarte para ir al cine el lunes por la tarde, tu vida está desequilibrada”. El tiempo es oro y el problema no está en tener pocas horas para hacer nuestras tareas sino en no saber rentabilizar nuestro tiempo para que sea más fructífero, más satisfactorio y más productivo.
A continuación se ofrecen 9 estrategias que, si las cumples, esta vez pensarás “¡Lo que me ha cundido el día!”. Eso sí, si no estás realmente convencida/o de comprometerte a cambiar ciertos hábitos y a adquirir otros nuevos, mejor no sigas leyendo.
- No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Lucha contra tu deseo de procrastinar (apréndete bien esta palabra y mantenla siempre controlada) y ponte manos a la obra.
- Prioriza. Si no priorizas vas resolviendo, o intentando resolver, las cosas según van surgiendo. Esto puede ocasionar que al final del día haya muchas tareas que se hayan quedado sin terminar. Haz una lista con las cosas que tienes/quieres hacer y ordénalas por prioridad.
- Diferencia entre importante y urgente. Lo urgente es aquello que reclama tu atención independientemente de si realmente es importante o no (una llamada al móvil, el sonido de un email en la bandeja de entrada). Evita que las tareas urgentes te distraigan de las importantes. Puedes reservar una hora en concreto para responder al correo y participar en las redes sociales y ceñirte a ese momento.
- Mantén a raya a tus ladrones de tiempo, que son todas aquellas situaciones que interrumpen tu tarea, la hacen interminable, te rompen la concentración y además te dejan una sensación de no haber parado y sin embargo no haber conseguido todo lo que pretendías. Algunos ladrones de tiempo son: teléfono, correo, mensajería instantánea, redes sociales, alguien que nos pide que le dediquemos “un momento”, pasar de un tema a otro sin haber terminado el primero… Si no los controlas te roban energía, motivación y productividad.
- Comienza por lo que menos te gusta, más pereza te da o más cansado es. Convierte en tu frase estrella la que dice “Si tienes que comerte un sapo no pierdas tiempo mirándolo”.
- Divide las tareas complejas en minitareas. Esto aumenta la flexibilidad y comodidad para resolverlas y disminuye tu sensación de estrés.
- Delega, pero delega de verdad y bien. No se puede delegar todo a todo el mundo, hay que pensar qué delego y a quién. Sin aprovecharnos del tiempo de los demás y confiando en sus capacidades. Y cuando lo hagamos hay que evitar estar supervisando constantemente a la otra persona, porque entonces no estamos logrando más tiempo ni quitarnos presión, que es de lo que se trata. Al principio cuesta trabajo pero los resultados compensan el esfuerzo.
- Aprende a decir NO. Y no sólo a los demás, sino a ti misma/o. En caso contrario estarás constantemente saliéndote del programa que te hayas establecido, y al final te estresarás. Advierte previamente a los demás que en un determinado periodo (de tal a tal hora) no vas a estar disponible y que después estarás dispuesta/o a colaborar con ellos.
- Reserva tiempo de ocio, para ti sola/o y para compartir con los demás. Si no cargamos las pilas el deber se hace más cuesta arriba. Es fundamental mantener un equilibro entre la vida personal, la familiar y la laboral. Tan perjudicial es relegar los deberes por el ocio como desatender nuestra vida personal y familiar por el trabajo.
Pistas
- Identifica a tus propios ladrones de tiempo, planea cómo controlarlos y llévalo a cabo. Observa la diferencia en tus resultados después de un día en el que los hayas eliminado o minimizado.
Idea Clave
Confía en que eres capaz de cambiar tus hábitos, empieza el cambio hoy mismo, felicítate por cada pequeño gran paso que des en tu nueva forma de gestionar tu tiempo y ten muy presentes tus progresos.
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